martes, 4 de octubre de 2011

Carta desde Ecuador, por Sara Álvarez

Escrita por uno de los miembros de Roots&Shoots Madrid durante su estancia en América del Sur

Uno de los objetivos principales de nuestro grupo, Roots and Shoots Madrid es dar a conocer las problemáticas ambientales que nos rodean y que en muchas ocasiones no podemos ayudar a solucionar por el mero hecho de no encontrarnos en posición de manifestar nuestra protesta. En este caso, nos gustaría informar al mundo sobre un grave problema que nos afecta y que muchos desconocen. Desde nuestro grupo creo que estamos en una posición adecuada para al menos intentar poner un pequeño granito de arena y divulgar noticias que a veces nos parecen lejanas y sin embargo nos afectarán en el futuro.


Actualmente, me encuentro colaborando en una investigación científica en el bosque neotropical del Parque Nacional Yasuní. Gracias a personas como Kelly Swing y Diego Mosquera, director y administrador de la estación científica donde me encuentro (Estación Biodiversidad Tiputini), he podido conocer de cerca este problema y aprender mucho de la situación en la que se encuentra la amazonía ecuatoriana. El parque Nacional de Yasuni, ubicado en la Región amazónica ecuatoriana, forma parte de la Reserva Mundial de Biosfera (UNESCO, 1989), y en sus 9.820 km2 conviven hasta mil especies de plantas y cien mil especies de insectos por hectárea, incluso más al nivel regional, más de 150 especies de anfibios, 120 de reptiles, 630 especies de aves y 200 de mamíferos. Este lugar, ubicado en una de las zonas más biodiversas del planeta, ofrece la posibilidad de encajar la investigación aplicada a la conservación de estas especies en un contexto de desarrollo sostenible donde se busca compatibilizar el fortalecimiento de la economía y el desarrollo de la zona con la educación y conservación ambiental. Sin duda, un lugar fascinante que debemos proteger. Sin embargo, cabe resaltar que uno de los impactos más importantes para este espacio es la extracción de petróleo que lleva realizándose en Yasuní desde hace más de 20 años. Esta actividad supone para la economía ecuatoriana un pilar fundamental desde 1972. En efecto, los hidrocarburos representan el 53% de las exportaciones totales del país y las rentas petroleras han financiado en promedio el 26% de los ingresos del Estado entre 2000 y 2007 (http://yasuni-itt.gob.ec). Pero como era de esperar, esta fuerte dependencia del petróleo, conlleva graves problemas tanto económicos y sociales como ambientales. Estos problemas han conducido a un significativo deterioro ambiental en la Amazonía, con una deforestación que afecta a 198.000 hectáreas por año, con una tasa anual del 1,4%, una de las más altas en América Latina (http://yasuni-itt.gob.ec). Por supuesto, estas reservas de petróleo no son ilimitadas y no permitirán una explotación de más de 30 años, lo que no solo dejaría en una posición vulnerable a la amazonía ecuatoriana sino también a la economía del país. Además, El Parque Nacional Yasuní es también el hogar de uno de los últimos grupos restantes de las personas indígenas no contactados en el planeta. Dos clanes dentro de la nación huaorani, los Tagaere y los Taromenane, han escogido vivir en aislamiento. Según Kelly Swing, esto significa que esencialmente no tienen voz en su propio futuro y que su cultura es muy vulnerable a los intereses externos. Las reservas de petróleo que yacen bajo sus pies representan una tentación irresistible para el desarrollo de la zona donde viven. La perforación de pozos en sus países de origen, sin duda, significará el fin para ellos y su cultura, una trágica pérdida de la diversidad para el conjunto de la humanidad. Por esta razón, el Yasuní se debe dejar intacto a fin de permitir a estos seres humanos el derecho a la autodeterminación.


Por todos estos motivos, surge la iniciativa Yasuní ITT, una propuesta mediante la cual el Estado ecuatoriano se compromete a dejar bajo tierra, de forma indefinida, alrededor de 856 millones de barriles de petróleo en la reserva ecológica del parque Nacional Yasuní. De este modo se conseguiría evitar la emisión a la atmósfera de 407 millones de toneladas de dióxido de carbono (producido por la quema de esos combustibles fósiles) a cambio de una compensación económica de un valor estimado por el 50% de las utilidades que recibiría por la explotación de esos recursos. La propuesta plantea no solamente la protección del campo ITT, sino también el compromiso de controlar el resto del Parque, en el que efectivamente hay actividad petrolera que viene del pasado y, además, el resguardo efectivo de otras 39 áreas protegidas adicionales que encierran la mayor diversidad biológica del mundo por unidad de superficie. Se incluye también la protección de los territorios indígenas no intervenidos, que alcanzan un 19% adicional del territorio nacional (Ministerio de Ambiente, Ministerio de Relaciones Exteriores, redacción ANDES /AR). Así mismo, esta iniciativa busca poner freno a la explotación petrolera en la Amazonía Ecuatoriana con el apoyo de empresas, organizaciones y gobiernos de países amigos, pero también con las contribuciones de los ciudadanos de todo el planeta. En este último lugar, pero no menos importante, nuestra participación juega un papel clave para preservar un espacio que alberga una gran diversidad y que necesita nuestro apoyo para poder sobrevivir.


Para más información, se puede visitar la pagina de Facebook de la estación de Biodiversidad Tiputini o ver el siguiente video:


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