jueves, 18 de septiembre de 2014

La Misión sigue en pie


El 16 de septiembre de 2014 se celebra el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, que desde 1994 fue proclamado por la Asamblea General de Naciones Unidas para conmemorar la fecha en el que se firmó el Protocolo de Montreal, en 1987, en el cual los 197 Estados Miembros, deciden poner límite al uso masivo de Sustancias que Agotan la Capa de Ozono (SAO), comprometiéndose a reducir su producción y consumo con el objetivo final de eliminarlos. España contribuye al Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal, cuyo objetivo es apoyar a países en desarrollo para eliminar las SAO. Este tratado ambiental internacional es uno de los más eficaces. Mediante la cooperación mundial y respetando los calendarios, se ha conseguido eliminar el 98% de los niveles históricos de producción y consumo de las SAO, lo que ha protegido la capa de ozono, beneficiando a la salud y los ecosistemas y ha contribuido significativamente a la mitigación del cambio climático, ya que estos gases también son gases de efecto invernadero. 

El tema de este año es ”Protección de la capa de ozono: La Misión sigue en pie”. Se pretende impulsar a las partes a que intensifiquen sus esfuerzos para conseguir retos, como eliminar las SAO en el sector de la refrigeración y enfrentarse al comercio ilícito de las SAO, para mantener la tasa de cumplimiento de eliminación de estas sustancias. La Secretaría del Ozono ha mandado una invitación a los gobiernos en la que informa que proporciona asistencia financiera a cuatro países en desarrollo para organizar actividades nacionales según las actividades propuestas. 

El 90% del ozono se encuentra en la estratosfera (10-50 km de altura), formando la capa de ozono entre los 15 y 35 km sobre la superficie de la Tierra aproximadamente. La concentración de ozono, que es muy pequeña, pero vital, varía con la altitud, existe mayor cantidad entre los 30 y 35 km de altura, encontrándose su máxima concentración a los 32 km. 

El ozono es un gas muy activo compuesto por tres átomos de oxígeno (O3). En la estratosfera se forma y se destruye dentro de un equilibrio dinámico. Se crea mediante la luz del sol, que separa el oxígeno que respiramos en dos átomos de oxígeno, algunos de estos se unen al oxígeno (O2) y forman el ozono. Se destruye al reaccionar con moléculas que contienen nitrógeno, hidrógeno, cloro y bromo. Las SAO, fotolizadas por la radiación UV, liberan los átomos de cloro y /o bromo, lo que ha provocado un desequilibrio, incrementando la eficacia de los procesos de destrucción del ozono. 

El ozono estratosférico actúa como un filtro que absorbe completamente la radiación ultravioleta (UV) C del sol, la mayoría de la B y parte de la A. La radiación UV es dañina para los humanos y animales, provocando quemaduras, cáncer de piel, lesiones oculares y debilita el sistema inmunológico. También reduce el rendimiento de las cosechas y disminuye la producción de plancton del planeta. Sin la capa de ozono la radiación UV sería 70 veces más intensa y la tierra sería estéril. 

También hay ozono en la troposfera (hasta aproximadamente 10 km de altura). Parte se produce naturalmente y ayuda a la eliminación de contaminantes, pero en zonas contaminadas se crea con gases de vehículos de óxido de nitrógeno, vapores de carburante, emisiones industriales que reaccionan con compuestos orgánicos volátiles. A nivel del suelo las concentraciones altas de ozono son tóxicas para los seres vivos, provoca daños en los tejidos de plantas y animales al ser inhalado o absorbido, agrava el asma, el enfisema e irrita la garganta. A bajas concentraciones puede tener efectos positivos. 

En 1974 se descubre que las SAO destruyen la capa de ozono y en 1985 se detecta el “agujero de ozono” en la Antártida(a una altura entre 12 y 20 km de altura), llamado así por Sherwood Rowland, que en realidad es un adelgazamiento de dicha capa, que se produce en primavera. En la Antártida, la gran disminución de las temperaturas (más que en el Ártico), favorecen la formación de nubes estratosféricas polares entre los 15 y 30 km de altura, este fenómeno, junto al aislamiento de masas de aire antártica favorecen la acumulación de cloro y bromo activos durante la noche polar. En la primavera austral (agosto a octubre) la luz solar descompone las moléculas liberando radicales de cloro y bromo, que destruyen el ozono estratosférico, originando “el agujero”. 

En 1985 se lleva a cabo el Convenio de Viena, mecanismo de cooperación internacional para tomar medidas para proteger la capa de ozono.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentan el 10 de septiembre de este año “Evaluación para los encargados de adoptar decisiones” (Assessment for Decisión-Makers), documento, que resume el informe sobre la evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono, (que se publica a principios de 2015) y es una actualización exhaustiva realizada por 282 científicos de 36 países en los últimos 4 años.

En la presentación del documento se resalta la compleja relación existente entre la capa de ozono y el clima, así como la necesidad, pese a la aparente mejora de la capa de ozono, de adoptar medidas de apoyo mutuo para proteger la vida en la Tierra. Un ejemplo de esta relación son los cambios de temperatura en el Hemisferio Sur provocados por los cambios en la capa de ozono. 

Otro claro ejemplo de esta relación ozono-clima, son los beneficios obtenidos a raíz de la cooperación mundial a favor del Protocolo de Montreal, gracias al cual se ha conseguido, ya no solo disminuir en más de un 90% las emisiones de las sustancias que reducen la capa de ozono, sino que al ser estas sustancias potentes gases de efecto invernadero, ha logrado reducir más emisiones implicadas en el cambio climático que el Protocolo de Kioto, con el consiguiente beneficio para el clima, el medio ambiente y los seres vivos. En 2030 se habrán evitado dos millones de cánceres de piel al año, millones de casos de cataratas, problemas en el sistema inmunológico e incontables pérdidas en pesca y agricultura. 

Debido a las grandes cantidades de SAO que se han emitido y se continúan emitiendo y su larga permanencia en la atmósfera, cumpliendo estrictamente las medidas de prohibición de las SAO, se prevé la recuperación de la capa de ozono en 2050, volviendo a los niveles de referencia de 1980, cuando aún no había empezado a agotarse de forma considerable. 

Sustitutos de las SAO, como los hidrofluorocarbonos, compuestos que no destruyen el ozono, pero que son potentes gases de efecto invernadero con un alto Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA), ocasionan nuevos problemas y su eliminación es un reto. Hoy en día su contribución al cambio climático es pequeña, pero si sigue aumentando su producción y su uso como hasta ahora, empeorará el calentamiento global. Una alternativa para este problema es el empleo de sustancias con menor PCA o sustituirlas por tecnologías que no usen gases de efecto invernadero.

Se incluye la detección de cuatro nuevos gases artificiales que dañan el ozono de fuente desconocida.

El cambio climático afecta a la capa de ozono en la medida en que puede ocasionar un enfriamiento de la estratosfera, favorecer la formación de nubes estratosféricas polares, potenciando la destrucción del ozono. La densidad de la capa de ozono en la segunda mitad del siglo XXI dependerá de las emisiones en aumento de los tres gases de efecto invernadero de larga permanencia en la atmósfera, el dióxido de carbono, el metano y el óxido de nitrógeno. Los dos primeros aumentan los niveles de ozono, mientras que el último lo agota. 

El próximo 23 de septiembre se celebra en Nueva York la Cumbre sobre el Clima, el Secretario General de las Naciones Unidas ha invitado a los Jefes de Estado, las instituciones financieras, las empresas y la sociedad civil para activar y acelerar la adopción de medidas mundiales en relación con el clima.

En nuestra mano está contribuir a la solución del problema con “pequeñas” medidas como:

-Evitar exposición prolongada al sol y protegerse convenientemente, usar cremas (sin CFC), ya que el agujero de la capa de ozono deja pasar más radiación UV a la tierra y España tiene una de las mayores incidencias de casos de cáncer de piel. 

-Que las nuevas adquisiciones de frigoríficos y congeladores no tengan CFC ni HCFC, que sean “Greenfreeze”, que emplea hidrocarburos naturales como refrigerantes.

-Proveer un buen mantenimiento de la nevera, congelador y aire acondicionada de la casa y el coche para evitar fugas de CFC, en caso de que los contuvieran. No usar objetos punzantes y cortantes para descongelar la nevera o el congelador (anteriores a 1995), ya que puede dañar el sistema de tuberías que contiene el refrigerante (CFC).

- Eliminar los aparatos viejos con CFC en el punto limpio.

-Evitar los desodorantes ambientales manteniendo buena ventilación

-Evitar los sprays en general (pegamento, pintura, colonia, desodorantes, laca) utilizar desodorantes de barra, bola o crema, fijadores de cabello en gel. En el caso de que se compren sprays, asegurarnos de que no tengan CFC.

-Evitar aerosoles para afeitarse, usar jabón o crema de afeitar

-Alimentarnos de forma sana y natural potenciando la agricultura ecológica

-Usar insecticidas naturales 

-No usar extintores de incendio indebidamente, ya que algunos contienen halones. Hacer un buen mantenimiento que evite fugas.

-Extremar el cuidado al manipular combustibles para no derramarlos.

-Intentar reducir el uso del automóvil usando el transporte público.

Concienciar a los que nos rodean de que cada uno tiene el poder del cambio y que proteger la capa de ozono es protegernos a nosotros mismos.

Información adicional:

El Protocolo de Montreal controla 96 SAO. Las más importantes son:

Los clorofluorocarbonos (CFC), que se emplearon en los sistemas de aislamiento térmico de los refrigeradores y congeladores, como propelentes de aerosoles, en aparatos de aire acondicionado, espumas, disolventes, esterilizantes de equipos médicos. Estos gases ascienden lentamente llegando ala estratosfera hasta 15 años después, donde se descomponen por radiación UV en cloro libre reactivo, que destruye el ozono. Tienen una larga vida, pueden permanecer en la atmósfera durante 50 a 100 años, disminuyen un 1% al año.

Para sustituir a los CFC se crearon los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC) para sustituir a los HCFC. Ambos compuestos no dañan la capa de ozono, pero son potentes gases de efecto invernadero.

Para los inhaladores de dosis medidas para problemas respiratorios no se han encontrado alternativas.

Los halones se emplean en extintores de incendios. Su alternativas pueden ser CO2, polvo seco, agua nebulizada…, pero hay aplicaciones críticas para las que no se han encontrado alternativas como en los sistemas de lucha contra incendio para salas de control, aeronaves y en usos militares.

El tetracloruro de carbono se utilizaba como extintor y en la producción de refrigerantes, plaguicida y desengrasante.

El Bromuro de metilo se usa como pesticida, siendo tóxico para las personas que lo aplican. Alternativas para el control de plagas son: la solarización, el vapor, controles biológicos, la rotación del cultivo, el cultivo sin tierra y productos químicos como la cloropicrina entre otros y la biofumigación.

El metilcloroformo se usaba como disolvente. Alternativas son los alcoholes, cetonas, éteres, solventes clorados, tecnología sin proceso de limpieza, limpieza no solvente, limpieza acuosa, semiacuosa, hidrocarburos…

El bromoclorometano (BCM) y los hidrobromofluorocarbonos (HBFC) se usaron, en pequeña proporción, como disolventes y en contra de los incendios.

En los países desarrollados se han eliminado estas SAO, con excepciones para usos críticos al no encontrar alternativas. (Los HCFC se eliminarán en 2015 y los HCF en 2030.)

María Fernández

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